sábado, 5 de junio de 2010

Mi sujetador verde

Una vez tuve un precioso sujetador verde pistacho… demasiado bonito para que durara. Llegó un buen día, y como reza la ley de Murphy, mi preciada prenda desapareció…. A manos del perro de mi vecino.

Todo comenzó en la parte de atrás del jardín, donde tendíamos la ropa para secar. Ahí colgaba mi sujetador, ondeando al viento. Me asomé, de pura casualidad, y vi como la perrita de mis vecinos, Canela, que pasaba más tiempo en mi casa que en la suya, saltaba sobre sus dos patas traseras para agarrar con los dientes mi sujetador. Me entró pánico y grité algo incoherente mientras salía corriendo, y en pijama como estaba, al jardín. Llegué demasiado tarde, y Canela había echado a correr camino abajo, hacia la entrada del campo de golf, con mi sujetador en la boca. No me lo pensé dos veces, aunque probablemente deberia haberlo echo, y corrí tras ella. Un momento muy gracioso para cualquier espectado ajeno a mi drama: un perrito marrón corriendo con un sujetador en la boca y una chiquilla en un pijama escaso corriendo tras de ella camino abajo. Bueno, yo no tenia tiempo para reírme. Llegó Canela a la entrada del campo de golf, y yo después. Estaba tan concentrada en atrapar al can, que no me di cuenta que Canelita había llegado a los pies de una enorme camioneta verde. Canté victoria demasiado rápido, por que la camioneta estaba llena de muchachos demasiado guapos, y con sonrisas demasiado grandes. Uno le quitó la prenda al perro y me lo dio.
“gracias” atiné a decir.
“de nada”
mi cerebro gritaba CORRE. Asi que corrí.

Que pintoresco, ¿verdad?

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