sábado, 2 de enero de 2010

Señor Muerte

“ recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor “

-jorge Manrique


estaba la muerte andando por los callejones del pueblo pequeño, pequeño. Su tunica larga, negra azabache, arrastraba por el suelo. Su hoz, afilada como nunca, brillaba a la luz de la luna.

-ven, ven- le hablaba la muerte al aire.- ven, ven.

Su voz, silenciosa pero demandante, alcanzo los oídos de todos aquellos que dormían profundamente. La muerte, paciente, espero en el centro de la plaza del pueblo, a que las gentes llegaran a su encuentro. Pronto, ante el desfilaron nobles, princesas, el mismo rey, pero tambien campesinos, artesanos y obreros. La muerte, sin decirles palabra alguna, comenzo a cantar, y como si de su vida se tratase, el pueblo entero reunido en la plaza hallóse bailando al son de la musica improvisada. El rey bailaba con una plebeya, la reina con un obrero, mientras la muerte se paseaba entre todos, canturreando sin respiro. Solo él supo cuanto tiempo trascurrieron bailando. Nosotros solo sabemos que el alba estaba ya próximo cuando el hoz de la criatura vestida de negro corto la primera cabeza. Nadie detuvo su baile. La muerte se cobro una segunda vida, y una tercera y después una cuarta. La quinta era la vida del rey y la sexta, la de la campesina que bailaba con el. Asi cayeron todos, y para cuando el sol ya salido estaba, la plaza no era mas que un rió de sangre y en el pueblo no quedo cuerpo vivo.
Marchose la muerte victoriosa, canturreando por lo bajo. Pero antes de desvanecerse del todo volvio a hablarle al aire, diciendo:

-rey o reina. Campesino o artesana. Todos bailáis bajo mi música. Todos sucumbís ante mis hoz.

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